
Un día le escribí a los magos: entre la infinidad de los posibles, elijo uno, que gane esa sonrisa, que brille, un punto de tracción que me lleva a la totalidad. Al final, cuánta razón tiene la mujer poeta: la lucha, la brisa y el baile se hacen en la orilla del río. Mago no te olvides. Como en la manzana, un mordisco en forma de medialuna te demarca el universo. Si es invernadero no es el bosque, es una parcela, una ínfima porción de tierra que se arroga el derecho de la sombra, ante tanto sol. Es fácil ser revolucionario en el anonimato: pseudo valientes anónimos les digo: cagones! sólo los que cortan el viento a la orilla del río viven, no olvidan y bailan, para siempre.