viernes, junio 17, 2011

Encontrarte

Cada vez que vuelvo a casa me llevo algo tuyo. Hace un tiempo fui decidido a la biblioteca a buscar un libro en particular. Uno que era viejo cuando yo era chico. Y me lo traje. Dèjá vu, cuando lo abrí te vi de nuevo marcándome un par de capítulos. Volví a abrirlo y busqué uno, "La vida como un poema".
No me sorprende que leyeras filosofía china cuando tenias 20 años, me sorprende que me lo hayas hecho leer a mi a los ¿6, 7? cuando estaba totalmente dedicado a Salgari o a Verne. Mucho no entendí. Creo. Empecé a reelerlo.
Viste que leo más de a un libro a la vez, así que a modo de homenaje cada vez que dejo éste, lo marco con una foto tuya, que me señala porqué lo leo más que hasta donde lo hago.
Ayer lo abrí de vuelta, más por melancolía que por leer algo en particular. Sí, todavía me pongo así. "El carácter ideal más capaz de gozar la vida es un alma cálida, despreocupada e intrépida", arrancaba un pasaje de "La vida como un poema".
Te recordé mirándome. Me acordé, entonces, eso que me decías de mirar a las personas a los ojos, porque se le veía quiénes eran en realidad. También de esa cosa muy tuya de vivir con una sonrisa calcada en la cara. Te juro que traté de seguirte el ejemplo. A veces no pude.
Cuando se me pasó el enojo porque ¿te fuiste? te busqué más de una vez en los ojos de Dani, Pancho, Santi, Magui, Luli. Todos, si los miras bien a los ojos, tienen algo tuyo. Yo, que algún día voy a madurar -vas a ver- cuando me veo al espejo, me miro y te veo, sonriéndome.
No leí mucho esta vez: en realidad toqué el libro, me acordé de vos. Fue como si hubiésemos charlado un rato. Tu vida como un poema. Me quedé pensando en vos un rato más. Sonriendo como pude.